Apolíticos que hacen política

La desazón social, el agravio imperante en estos días hacia la clase política, ése descontento ciudadano generalizado consecuencia de la situación de crisis, el aumento del paro, la agitación partidista en temporada electoral… llevan a nuestros conciudadanos a querer desentenderse de la política, a autodefinirse como “APOLÍTICOS”, colocándose en una posición de enajenación ideológica a través de la cual pretenden hacer visible su desentendimiento respecto a las circunstancias, su enfado con los gobernantes o simplemente (bajo mi punto de vista) canalizando todas sus fuerzas con una rebelión muy digna pero errónea en los términos. Pues no se puede hacer política, considerándose apolítico.

Vayamos por partes, se hace necesario conceptualizar cada una de las premisas invocadas para explicar este maravilloso fenómeno de revolución social  aunque terminológicamente equivocado. Entendiendo la palabra “política” como “la actividad humana que tiende a gobernar o dirigir la acción del Estado en beneficio de la sociedad, o como el proceso orientado ideológicamente hacia la toma de decisiones para la consecución de los objetivos de un grupo” daríamos por supuesto que un “apolítico” es una persona carente de ideología, alguien incapaz de emitir un juicio de valor ideológico (valga la redundancia) sobre todas y cada una de las cosas que vayan a dirigir la acción de un Estado; leáse política ambiental (decisiones sobre desarrollo sostenible, restricción de la contaminación, reciclajes, energías,…) política económica, financiera o tributaria (decisiones que afectan a el ciudadano en sus bolsillos y al país en las arcas del Estado), políticas sociales (promoción de la igualdad de oportunidades, subvenciones a colectivos perjudicados, atención a desempleados, becas,…), política exterior o internacional, educativa, sanitaria… Es decir, TODO!

Hablaríamos de ciudadanos despreocupados, pasotas, ajenos a las decisiones que se tomen sobre todas las áreas de sus vidas, desafectos de opinión (o al menos de una que quieran defender ante los demás y ante el poder establecido) y estaríamos mintiendo sin saberlo. Nadie es ajeno a todo.

Los movimientos ciudadanos que en estos momentos encabezan revoluciones necesarias y obligatorias desde el punto de vista político, no hacen más que representar muchas identidades preocupadas por la situación, que buscan defender cambios en el sistema que consideran injusto por medio de la crítica y la condena a la corrupción, a la desigualdad en nuestro régimen electoral, a las decisiones económicas o laborales tomadas para la salida de la crisis,…Y siendo así, esta revolución no puede tener otro nombre y apellido que el de REVOLUCIÓN POLÍTICA.  

Otra cosa es que exclusivamente en cuestiones de “marketing” o de “autobombo”, no se quiera utilizar la terminología correcta pues sería como reconocerse parte del problema, sería como decir que aquéllo que se reprueba, aquéllo que se pretende censurar es lo mismo que se pretende hacer, cambiar unos políticos por otros, el “quítate tú que ya me pongo yo” algo que por supuesto no sería bien recibido… Tratamos de dar mil vueltas a las cosas, utilizando palabras distintas pretendiendo camuflar realidades que nos son incómodas, valgan de ejemplo aquí los rodeos que nuestro Presidente Jose Luis Rodriguez Zapatero dió hace unos años evitando decir la palabra “CRISIS” y cómo se le criticó muy justamente después. Llamemos a las cosas por su nombre, los movimientos ciudadanos son formas que garantiza nuestro sistema democrático de hacer política (política fuera de partidos pero política al fin y al cabo).

Si lo que queremos son cambios vayamos a por éllos.  Si lo que condenamos es la corrupción pidamos una legislación penal más estricta, pidamos que las condenas sirvan para amedrentar la voluntad de algunos políticos de hacerse un chalet en Las Baleares a costa del contribuyente, pidamos que se restrinjan privilegios si así lo consideramos o decidámonos a llevar al Parlamento una iniciativa legislativa popular sobre las hipotecas, pidamos una reforma electoral si la consideramos injusta,… tenemos armas para hacerlo, impliquémonos …SEAMOS MÁS POLÍTICOS DE LO QUE SOMOS, Y SOLO ASÍ LO CONSEGUIREMOS.

Os adjunto para la reflexión un pequeño artículo de un grande: El peor analfabeto es el analfabeto político – Bertolt Brecht

 El peor analfabeto es el analfabeto político.No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.

No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.

No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.

Bertolt Brecht