Carta al Director de “El País”. ¡¡¿¿Perdón??!!

Motivado en este artículo de Ruth Toledano sobre el desalojo de Sol y el Parque del Retiro (El país, viernes 5 de agosto 2011): http://www.elpais.com/articulo/madrid/Perdon/elpepiespmad/20110805elpmad_3/Tes

(Libertad de expresión y límites exigibles)

 

La Libertad de Expresión es una de las garantías del buen funcionamiento de nuestro Estado de Derecho, pues ella supone que la información circula adecuadamente contribuyendo a una opinión pública formada y por tanto, a una mayor libertad a la hora de ejercer otros derechos políticos. Pero podríamos decir, que la Libertad de Expresión es la más sufrida de las libertades, cualquiera tiene una opinión y por supuesto, todo el derecho a expresarla. Pero, una opinión puede perder su inmunidad cuando las circunstancias en que se expresa son potencialmente susceptibles de lesionar los derechos de un individuo o colectivo; pues no puede ser tutelado nuestro derecho a expresarnos cuando insultamos, o cuando realizamos una pintada en una pared sin autorización de su titular; ni puede ser respaldada la opinión que segrega, siembra intolerancia o supone una apología de discriminación, o la que suponga una injusta acusación, una violación del Derecho a la intimidad personal de todo ciudadano o cualquier otro derecho tutelado en nuestra Constitución. Es por esto que la Libertad de expresión debe ejercerse con responsabilidad en nuestro Estado de Derecho, con una responsabilidad mayormente exigible a los que hacen de la difusión de la información y opinión su profesión , su medio de vida, en definitiva, a los periodistas, periódicos, a otros medios de comunicación, y demás profesionales de la información. Son comunes los errores de los ciudadanos en el ámbito de la expresión de la opinión; pero no debieran serlo tanto en el ámbito del ejercicio periodístico de la misma.
Somos los lectores, los destinatarios de estas opiniones, los que debemos ejercer la primera selección de aquello que consideramos positivo a la formación de nuestra opinión y a pesar de contar con otras herramientas más jurídicas para la defensa de lo propio, el ejercicio adecuado de la misma Libertad, la de Expresión, nos debe llevar a ser críticos con ella se exprese por quien se exprese y allí donde se exprese; como dijo Séneca “A la opinión y a la fama, démosles su lugar debido”. Y a eso queremos proceder en la presente carta, que aunque motivada por un artículo en concreto, debiera llamar al análisis clínico de todas cuantas opiniones nos llegan a diario por la multitud de medios, debiera convocar a la reflexión sobre las fuentes desde las que nos informamos y aquellas a las que les damos credibilidad. Yendo al tema que me extiendo, el pasado viernes en la edición de Madrid de este periódico, se titulaba no con poca exageración “¡¡¿¿Perdón??!!” a un artículo que venía a hablar no con escaso dogmatismo indignado, de la intervención policial, institucional y papal en el desalojo de la Puerta del Sol y de la Acampada del Parque del Retiro. En el mismo artículo, se venía a proclamar el espacio público madrileño referido, como símbolo mundial de un nuevo sistema político, que puesto que no se dan más señas, pasamos a llamar “Quinceemísmo” y cuyas consignas nos gustaría poder aquí reflejar para el conocimiento de todos; pero como digo, aunque ya dispone de simbología, el nuevo sistema todavía no está definido, lo que no es óbice para que a pesar de no ser un claro concepto, en su defensa, se pueda incurrir en multitud de inconveniencias opinio-periodísticas. La más importante de las inconveniencias democráticas del postulado en cuestión (no lo podemos llamar de otra forma por la pretensión doctrinal que el artículo tiene de principio a fin), aquélla inconveniencia que resume todas en una, es la belicosidad del escrito, la provocación, la incitación al enfrentamiento, la división en bloques contrapuestos: los que están 100% de acuerdo en todas y cada una de las acciones del Movimiento 15M y los que no, los que quieren que venga el Papa de Roma y los que no, los que ejercen su derecho a manifestarse en las plazas y los que piensan en reunirse para encontrarse en su Fe, los que se sientan en una plaza a indignarse y los que tratan de proteger el Derecho de todos los ciudadanos, de transeúntes y comerciantes, de jóvenes y mayores, de perros flautas y de cornetas del apocalipsis, de todos.
El sectarismo de la indignación es tan negativo para nuestra sociedad como todas las demás intransigencias, y la intolerancia no puede ser un hilo argumental a un artículo de difusión respetable. No se pude construir una sociedad mejor desde posturas tan negativas, desde posiciones tan radicalizadas, desde faltas de entendimiento tan forzadas. No estaremos edificando una sociedad más justa, más igualitaria, más tolerante; en definitiva, mejor, desde razonamientos tan cerrados.
Deberíamos utilizar nuestra libertad de expresarnos para encontrar puntos de encuentro, sobre todo, los que tenemos una perspectiva progresista de la sociedad; debemos ser sumamente exigentes con nuestras formas de recabar información y de expresarla, y ser sumamente críticos con los abanderados de las causas que solo saben entorpecer el diálogo. Debemos empezar ya a tutelar esa información que nos llega, porque somos sus únicos destinatarios y los beneficiarios de una ejecución correcta de las libertades de información.

¡¡¿¿Perdón??!! No perdóneme usted, me parece que estas no son formas.